Se largó a llover y nos mojamos las patas

Retomar el tintero era cosa de ponerse de pie.
Hacían falta errores para usar las migajas.
Tras la tormenta, las hormigas llenaban todo de ideas. El azúcar que se congele porque no lo compartimos.
Lo plural se iba corriendo a lo individual, hasta la caída de las sombras.
Caída inevitable, pero mejor mujer que nadie vea.
Las calles ya andaban como solas, con mil historias sin escribir.
Pero volver al tintero, era tentarse con la repetición. También.
Buscando palabras, tachar palabras. Poner. Puntos.
Repetirse, total, quién carajo se da cuenta.
Apagar la cámara y así la sonrisa.
De modo tal que se enciende la ambición y los fantasmas se asoman: ansiedad, desesperación y egoísmo.
Repetirse. Por eso a la mierda con eso de mandar a la mierda el tintero.

"¿Y si hoy probamos con esa tinta sangre, de la que no se borra? Sí, esa, preguntale a Latinoamérica."



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