"El Diego lo hacía" *
Quizás un rasgo a resaltar del argentino promedio es la simpleza con la que
compara situaciones, aspectos o personas como si fueran cosas.
El penal errado de Messi, habla de ese inconsciente nacional y del exitismo
racional.
La Argentina promedio del Mundial es nacionalista cada 4 años, ve fútbol
cada 4 años, inventa canciones, consignas, poemas; compra bandera, gorro y
vincha a un vendedor callejero a quien ahora ve como un trabajador de la
economía popular y no como un vago o un “busca”. Los niños y niñas pintados, la
familia unida, el mate con facturas, el “buen día” y persignarse cuando el
equipo saca del medio; la grieta nacional se cierra en una suerte de
patrioterismo: patria y patota.
Con la ilusión llega el ocultamiento de las frustraciones personales
volcadas a la redonda. Con el fracaso llega la frustración oculta a imponerse
frente a la pelota.
Messi, un apellido de esos con raíz en Europa, apellido en el que se
embandera el argentino promedio (como siempre existe un “pero”), pero cuando le
conviene:
Cuando lo asemeja a Maradona, pero “Maradona es drogadicto y villero” antes
del partido.
Pero cuando el referí no señala la mitad del campo luego de la ejecución
del penal, que Messi se suba al barco y que se pegue la vuelta a Europa que
“allá juega por la guita contra nadie”. Ahora el argentino promedio se da
vuelta, "pero El Diego lo hacía”.
De héroe a villano en un segundo, de Messías a pecho frío.
El argentino promedio se relame ante el fracaso ajeno. Ve la oportunidad de
sentirse grande entre perdedores, puede incluso gritarle fracasado a un pibe de
20 y tantos que ya tiene la vida resuelta sin problemas de alimentación,
vivienda, trabajo, coche, que incluso ni madruga ni se toma el transporte
público saturadísimo.
Pero se da el lujo ante el fracaso, repite la fatídica mediática del “pecho
frío” al mejor jugador del equipo, al que hasta hace instantes era “la
esperanza”.
Así se construye el sentido común del Mundial, desde el discurso cipayo del
comentarista “acá los horarios se cumplen y no estamos acostumbrados”, al
“Messi quédate en Europa”; esa duda existencial del argentino promedio que en
busca de su identidad le dijo “negro de mierda” al vendedor de banderas cuando
el arquero atajó el penal y se acordó de su realidad mediocre de cumplir
horarios sin que lo muestren las cámaras 4K ultra HD.
*Originalmente escrito para Masas Alienadas
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