La importancia del diamante
Lo pulieron para que brille, no había
manera sino que sea hallado.
Fue hallado por manos que descubrieron
su existencia.
Existió después de su importancia, el
sentido de las manos que siempre ajenas fueron dándole su brillo.
Brilló ante lo ajeno de la
imposibilidad del tacto, de la tenencia.
Lo tuvieron entre el barro, la mierda y
las manos.
Manoseado el opuesto, el negativo y ahí
se pule,
ante la adversidad del deseo, del
dueño. Que no serán las manos que lo tallen, será él quien talle
las manos.
La mirada ante el espejo de su
fragilidad,
¿cuánto vale ser frágil?
El valor de lo efímero de las manos
que lo hacen eterno,
transfiguran en números la posibilidad
de hallarlo.
Se convierte el poder en número,
la estrategia del diamante no es
brillar.
Es la idea, quien lo pule no puede
tenerlo,
en realidad,
en verdad,
el valor es de las manos.
Lo que se compra es el detalle,
el poder, poder tenerlo.
Deberían cortarse las manos, piensa
él-ingenuo.
Sino tuviesen lo harían de otra forma,
el prestigio es lo que se traduce en el
brillo.
La dignidad es lo que refleja el
espejo,
pero no los ojos que miran,
son las manos que lo transforman.
La estrategia del diamante es la de las
manos,
la fragilidad tiene precio, tiene
nombre.
El humano tiene barro,
algún día no tendrá nada.
Ese día el diamante será libre.
Y las manos sabrán lo que es el deseo.
Que cumplido,
que pulido,
la estrategia del diamante es el deseo.
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