El Muleo

Si uno busca el término "muleo" en el diccionario actual que es google, nos tira que quizás quisimos hablar de un museo.
El muleo es el laburo de la mula, el de carga, el más pesado, el más tedioso y por tanto, al que menos guita le pertenece.
¿Por qué sucede eso? ¿por qué le pertenece menos guita?
Quizás previo a una introducción breve a la economía, habría que preguntarse primero a qué nos sometemos, o a qué nos dejamos someter los pibes y las pibas marplatenses en esta época del año, en la previa de la temporada donde todos quieren ver, tener, mostrar y ser el culo del verano.
Bueno, a los pibes y pibas marplatenses cada temporada nos patean el culo y nos dicen “apurá pibe/a, lo necesito ya”.
Nos sometemos a prácticas de hace un par de siglos, por unas chirolas que nos alcance para reproducir la vida social del día a día, lo hacemos agachados, calladitos, decimos que sí. Por la chirola, no por la dignidad.
¿O me perdí la lección moral en la escuela en que nos explicaron que las monedas nos hacen dignos?
Muchas veces se habla del necesario cambio de sistema, de la revolución eco socialista, pero si no arrancamos por valorarnos más allá de cómo cotiza el cuerpo, ¿cómo carajo arrancamos? Pensemos que la mirada del mundo pos moderno pasa por el individuo, pasa por el mundo interior (y algunos lo acompañan con el budismo pop y su aceptación, a través de la supresión de pasiones que nos dividan, al entorno desigual) y no por una mirada de consciencia colectiva, al contrario.
Tenemos valor de cambio cuando nos dicen que el aumento son 3 billetes de Belgrano y el patrón cambia el modelo del 0 km y llora la carta. Tenemos valor de uso cuando “dale pibe, movete. Vos no servís para esto” de esos compañeros de laburo que tienen una relación muy cercana a la “obediencia de vida” con los patrones.
Y es así, si nos cagamos hasta las patas y no pedimos la pelota, olvídate de dar vuelta el partido. ¿pero cómo hacemos, por dónde arrancamos?
Por buscar la raíz, analizando la historia:
Mar del Plata está pensada por patrones que veranean acá y hacen la diferencia, que llenan de publicidad asquerosamente material y machista. Que nos tapan el sol con torres de especulación donde sólo puede vivir un evasor fiscal, sí, esos mismos que nos mulean y nos ponen en negro porque ese tiene que ser el color de los pobres.
Nuestra ciudad está pensada por la mirada ajena a la del pibe y la piba que vivimos en el barrio, en los barrios, está pensada desde, para y por el patrón.
Entonces, nuestros cuerpos como expuestos en vidrieras, la obligación de la buena presencia (que como diría Galeano se refiere a “ser blanco”), la fotito en el cv, las entrevistas en grupo para pisarse la cabeza y el licenciado bajando o subiendo el pulgar como si fuera Julio Cesar, el hacer mil cursos en institutos de dudosa regularización con el Ministerio de Educación, el chequeo médico antes y no durante o después del muleo, el sonreir y decir que sí a todo porque en ese momento estás vendiendo tu cuerpo, tu fuerza de trabajo, ya no te pertenece a vos; todas esas cuestiones están más que naturalizadas por nosotrxs mismos.
La sociedad responde con un “vago” al que no se entrega a la causa de un mundo mejor para la burguesía y el sí o sí a un plasma para imitarla en las casas de clase media. Esos sectores que traicionan su condición de laburante y que a la hora de imitar, no sólo lo hacen desde lo material sino que le es esencial el contenido ideológico-político, por ejemplo, eligiendo para que conduzca al Estado a una de las peores escorias que ha visto crecer esta tierra, pero que “ponga a laburar a los vagos”; es decir, que ponga a mulear a los pibes y las pibas de los barrios, que los haga agachar la cabeza y decir a todo que sí porque su cuerpo siquiera le pertenece.
Entonces organizar la revolución, no es mañana calzar un fal y que todo el mundo quede mirando las flores desde abajo. Para arrancar tenemos que rescatarnos, tenemos que re pensar no sólo a nosotros mismos sino a las situaciones en las que nos encontramos. A veces pensamos que no tenemos tiempo, o a veces la excusa del tengo hijos, ¿pero vos querés que tu hijo también muleé o estás pensando en hacer como esas familias que hacen “obediencia de vida” a los patrones para quedar bien y poder acomodarse y llorar por el caballo “porque no tiene voz” y no por el pibe que va tirando y juntando cartones? Porque ante todo, el muleo también es indiferencia. Por eso nadie tiene nada para decir a la hora de los bifes: todos los pibes y pibas marplatenses nos hemos sometido al muleo alguna vez en verano.
Algunos tuvieron el bingo del rosqueo y conocer a algún otro acomodado, o la capacidad genuflexa de acomodarse, otrxs seguimos en el baile y no, no es por capacidad, no es por inteligencia, es por lo que valen nuestros cuerpos, nuestras horas, ¿el progreso era agacharse?
Se ve que me perdí varias clases en la escuela, seguro que fue por esos “vagos” que hicieron paro para exigir condiciones (si el trabajo dignifica) dignas, (si el trabajo hace a la persona) humanas. Las condiciones con las que sí o sí, tenemos que contar antes que contar billetes que definan lo que vale nuestro cuerpo.
Y hoy 19 de diciembre es un gran día para empezar no sólo a pensarlo sino a cómo exigirlo, volver a las bases.



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