Sendero (Danza del Camino)

 Madrugada de misiles y de bombas. Otro amanecer y otro barro. El niño mira por la ventana. 

Miles de pasos en el camino, el eterno retorno. Divago como si no hubiese tiempo, o como si en algún punto pudiese controlarlo. 

De la calle, los gritos; de la casa de al lado, los también; de la de enfrente, la puerta que abre, que cierra.

Así se evapora el sonido del ir y venir de los pasos. 

Contemplo el nuevo amanecer y es el mismo barro. La misma humedad en el verde y las ventanas con rocío. 

Miro mis manos y no parecen ser las mismas. Me son ajenas, las manos no me pertenecen. Son parte ahora de la luz. 

La oscuridad se aclara y se olvida un poco. Ya no hay pasos. 

La noche siempre vence al Sol, quizás hoy sea distinto, pienso idiotamente. 

Otra madrugada y el mismo barro. 

Ya no voy solo hacia el sendero, son otras manos desconocidas las que empujan. 

La puerta no está, el sonido queda en mi memoria. Las ruedas frenan. 

Respiro profundamente, otro anochecer y tierra seca. 

Miro mis pies y no parecen ser los mismos. Me son ajenos, los pies no me pertenecen. Son parte ahora del barro. 

Espejos sanos ante miradas rotas. 

Intento recordar la sonrisa, a veces lo hago, te juro. 

Pero ahora espero que se imprima el ticket y por la ventana me sonríe el viejo niño que espera en la hamaca que empujan mis viejas manos. 

Ya no voy solo, ahora soy parte del sendero, ahora soy parte de los pasos. 





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