Deseo que el viento



Un par de aplausos y una sola ovación de pie. Y las muletas que caen al suelo silenciadas por las palmas que chocan una, y otra, y otra vez.
Y allá a lo lejos un par de sonrisas y a seguir hablando de otra cosa.
La música a veces pide sólo un poco de silencio.
Quien quiera oir que oiga, y sino prenda la pantalla, el video muestra que mataron a uno por las dudas y los aplausos virtuales y la sesión cerrada.
Como el telón que cierra barriendo lo efímero del aplauso. Ya se olvidaron de la magia, que queda barrida bajo la butaca, pateada a las apuradas, juntada en bolsa, a la calle y al cesto. De ahí a las manos con guantes que van al camión, y de la caja del camión a la tierra y al amontonamiento de fuegos fríos, que ya no queman ni alumbran y esperan el soplido final.
Como el deseo que, en forma de fuego, espera a los aplausos del feliz cumpleaños, para que de un soplido puedan cumplirse. Tres, suelen pedirse. Tres suelen cumplirse, sólo una persona es la que desea: o la bicicleta más moderna o seguir pudiendo repartir. Como hace con el cuchillo limpito con el que corta porciones chicas para que a todos alcancen. Y lo que sobra a la bolsa de basura, y las migas barridas se vuelan con el viento.
Mismo viento que vuela al diente de león que espera ir un poco más lejos y cumplir el deseo simple del eterno desconsuelo: no podemos volar con los pies en la tierra y el amontonamiento de fuegos fríos.
Mientras, allá en el parque, la niñez correteando descalza se clava una espina y no duele tanto como el susto de la caída del diente y el frío que entra por ese agujerito sin fin, y ese vacío que se llena con la guerra entre espasmos y abrazos. Sonreír nunca duele, menos si el deseo duerme abajo de la almohada en forma de moneditas para comprar un helado y la sensación del frío en el huequito.

El envoltorio del helado sale volando y se cruza en el aire con una leve brisa,  el sonido del aplauso, el humo de la vela, las migas de la torta y la cipsela que se juntan y comparten el secreto: el viento sólo lleva deseos. 
Como que vuelva a caminar quien arroja las muletas para aplaudir un poco, aunque sea a destiempo, una canción desafinada.





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